diumenge, 27 d’abril del 2014

Violència literària

Referent a la darrera entrada al bloc i al debat intern que creix en mi respecte la violència intrínseca als humans i llurs anhels, m'he trobat al mig del camí dos nous arguments que em ve de gust compartir. Com pinzellades indefinides. Com aquells núvols amorfs on cada persona hi plasma la imaginació.

En primer lloc una frase amb el gust fèrric de la sang rajant fins la boca després d'un cop de puny. Senior i el Cor Brutal:

En una cosa estem d'acord, que un canó davant del nas té més força i més raó que mil vagues generals.



Per altra banda, atzarosament, acabo de descobrir que el 1955 ja hi havia gent que compartia opinió amb els detractors de les lletres costumistes dels grups musicals de moda en l'actualitat. Resulta que potser la descripció és immobilista i que manca el carbó que ens impulsarà on desitgem arribar. Sigui per qui sigui i sigui on sigui. Resulta que potser "La poesía es un arma cargada de futuro", com va dir Gabriel Celaya:

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante 
mas se palpita y se sigue mas acá de la conciencia
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas.

Poesía para el pobre, poesía necesaria, 
como el pan de cada día, 
como el aire que exigimos trece veces por minuto, 
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas nos dejan
decir que somos quien somos, 
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. 
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. 
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. 

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, 
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España sus aceros.

No es una poesía gota a gota pensada. 
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.

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