diumenge, 4 de juny del 2017

Hurra

- Estrújala más. Nunca estrujas la bolsita.
Aplasto la bolsita de té contra la taza con una cuchara.
- En realidad no hay que estrujarla. Si la estrujas, liberas taninos y el té sabe amargo.
No es verdad.
- Búscalo
Se queda en silencio, saca el teléfono y lo busca. Medio minuto después, declara que le encantan los taninos.

-¿Qué te ha dicho papá? - pregunta sin parar de rayar [el techo con un boli desde su litera]. Me desplomo sobre la cama.
- Dice que deberíamos beber menos.
- Él debería beber menos.
- Ya lo sé.
- No pasa nada por beberse quince cervezas.
- En una noche.
- Solo.
- En la cama.
- Intentando no llorar.
- Masturbándote viendo la gimnasia rítmica.
- Comiendo bolsas tamaño familiar de patatas fritas sabor chili dulce tailandés. 

Nuestra familia cuenta con un largo historial de desajustes químicos cerebrales. El abuelo bebió hasta que alcanzó un punto en el que no podía dejar de beber, siguió bebiendo, y después murió. Su madre bebió lejía porque no era capaz de distinguir entre las cosas de su cabeza y las cosas reales. La abuela dice que solo comía cosas amarillas. A veces, cuando me olvido de darle las gracias a algún desconocido, desearía que nuestras leyes sobre armas de fuego fueran menos rígidas. 

Tras un chupito de vodka salgo a un mundo más luminoso que el que dejé atrás al entrar. El cielo es más azul, los coches hablan en voz más baja y las caras de la gente que pasa no me obligan a cerrar los puños. El alcohol es una medicina más. Es una tirita, un paraguas, Robert de Niro en La cortina de humo. La ropa combate el frío. La comida combate el hambre. La cerveza combate a todo este planeta de idiotas.

Hemingway dijo que bebía para hacer que otras personas fueran más interesantes. Siento lo mismo con respecto a todo.
[…] Cuando electrocutaron a Thomas J. Grasso en Oklahoma por el asesinato de dos ancianos, sus últimas palabras fueron: “No me dieron spaguettiOs, me dieron espaguetis. Quiero que la prensa lo sepa”.
Las últimas palabras de Henry Ward Beecher fueron: “Ahora llega el misterio”.
Las últimas palabras de Chéjov fueron: “Me muero. Hace mucho que no bebo champán”.
En 1954, un hombre saltó del Golden Gate y dejó una nota de suicidio que decía: NINGUNA RAZÓN EN ABSOLUTO APARTE DE QUE ME DUELE UNA MUELA. Aspiro a escribir algo igual de conmovedor. Volveré a intentarllo más tarde.

- ¿Y ahora qué?
- No lo sé - digo -. Siento que se me da mejor lidiar con que Ellen esté muerta y que mi padre esté vivo que con haber ofendido sin querer a un antiguo colega por no haberlo saludado por la calle.
- Claro
- ¿Qué?
- Se llama la paradoja de la región beta. Si la cantidad de dolor o angustia es lo suficientemente grande, el cerebro activa mecanismos de defensa. Si se queda por debajo de ese umbral, sientes más la angustia. 

Grupos de turistas van deambulando, sonriendo mientras miran mapas gigantes y discutiendo sobre la mejor ruta hasta los lugares emblemáticos que quieren visitar y fotografiar, aunque la razón de que sean lugares emblemáticos es que ya han sido fotografiados en innumerables ocasiones por mejores fotógrafos on mejores cámaras. Es demasiado.


Hurra
Ben Brooks

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